Tus ojos, mi talón de Aquiles. Sobre esas miradas fatales para uno.
Aún recuerdo tus ojos oscuros.
Cómo brillaban, tenebrosos.
Su danzar calmado y puro
yo admiraba pavoroso.
Observaban su alrededor,
pausados, como aburridos...
Deslumbrado por su esplendor
meditaba yo adormecido.
Y así ocurrió el desastre,
Tu mirada seria y sombría
mandó mi cordura al traste
al toparse con la mía.
Y recuerdo bien que ese día
fue cuando murió mi cordura.
Pues ahora en la noche fría
el silencio tu nombre murmura.
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